La responsable de que esto haya sucedido no he sido solo yo, si no ella. Apareció entre la niebla de las posibilidades para colocarse frente a mí y soplarme en la cara con el aliento de vida que yo necesitaba, mientras se reía de mí y decidía no creerme cuando le decía que ella era justo lo que yo necesitaba para despertar de mi coma emocional. Ha sido mi salvadora, el sol de mi Sistema y por último, mi Musa. Y es gracias a ella que he conseguido lanzarme en brazos de la fotografía y sentir como nos fundíamos convirtiéndonos en uno solo en ese momento suspendido de horas perdidas que supone una sesión fotográfica.
El título que le he puesto nació mientras la hacía. No tuve que darle vueltas porque es lo que es. El renacer de una musa.
Y como siempre, os dejo con la sesión al completo.
Me alegro mucho de que te hayas reencontrado con la fotografía y con tus musas y os hayáis mimado así. Tus fotos y palabras son una caricia para la vista y el alma.
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